Brincando entre acequias, un niño camina hacia la escuela, en la mitad del camino tropieza con una hilera de camiones rebalsados de uvas de colores recién cosechadas, que esperan para descargar en la céntrica bodega Bianchi. Antojado no duda en pedirle al señor camionero un racimo para saborear, sí nene agarra las que quieras, contesta macanudamente el camionero.
Coloca el pie en la defensa trasera y se sujeta con la puerta. Hurguetea entre tintas con la intención de hallar un racimo de la dulce moscatel, que tanto le gusta, pero el pequeño no está de suerte, no había ningún racimo de la tan deseada moscatel y por encima se ensució todo el uniforme escolar, lamentándose continúa hacia su destino.
En unas semanas con la arribada del frío, los camiones con uvas habían desaparecido, no se oía nada. El niño vaga lentamente como cualquier otro día, se detiene en el portón amarillo de la bodega, y por un instante, es cautivado por una frutal fragancia de vino pichanga, que transporta al pequeño a un mundo perfumado alucinante, a la deidad de Baco.
Un viaje imaginario a través de las uvas, donde descubrirá paisajes, lenguajes, sabores y olores. Senderos donde viven uvas muy especiales como la “Bonarda”, uva que estuvo perdida durante muchos años hasta que encontró su patria, donde vive felizmente entre montañas gigantes, con ríos que se descuelgan del cielo.
Es muy coqueta por eso se perfuma con el aroma de las hierbas de la Jarilla. Al perezoso sol le gusta dormir la siesta junto a ella, por eso siempre tiene un poco de calor y se refresca con el agua de las acequias.
En un paraje muy lejano, bordeando el mar, conoció la uva “Baga”, ella baila con el sonido del mar y juega a contar barquitos de colores, no sé qué idioma hablaba, al despedirme me dijo con voz muy suave “boa viagem”.
En un reino mágico donde vive la lluvia, un duendecito llamado Mateo, le presento una uva que nadie quería, se llama “Albarello”, él la siembra con mucho cariño, entre los manantiales y tierra con un mineral muy reservado de nombre Wolframio.
Uva, Baga y Albarello o Brancellao
Y en el mundo donde un principito volaba con su avión sobre los bellos jardines, hizo amistad con una tímida uva de nombre “Poulsard”, su hábitat es un perfumado arcoíris de caramelos.
La última parada fue en un pueblo muy antiguo poblado por diversas uvas, en especial recuerda “La Nebbiolo”. Es una uva que cuando es bebé no le gusta nada la luz, por eso se resguarda, hasta ser mayor, en una casita de barriles, donde tiene todo lo que necesita. Y cuando ya es grande, cuenta historias del tiempo a todas las uvas pequeñas. Ah por cierto su olor es igual que tú pinta uñas.
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