En el atolladero

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¿Cómo se afronta una pandemia? Cuando hablamos de crisis, la mayoría piensa en la rama económica, pero por desgracia ello va mucho más allá.


La crisis sanitaria en la que nos hemos visto sumergidos no tiene  precedentes, como tampoco la forma de luchar con uñas y dientes de nuestros sanitarios, siempre vilipendiados, que nos han demostrado desde su descenso de los cielos, una gran altura.


Con más de 28.000 almas perdidas, resulta difícil afrontar esa nueva realidad de la que nos hablan. Ha sido y será más duro de lo que nos podamos imaginar. Pero a lo largo de la historia la sociedad siempre consigue reponerse. Esto ya ocurría en tiempos de Pericles, en los que otra “peste” sentenció a una gran potencia como la polis de Atenas. Pero pronto estarían listos para una nueva batalla.


Decíamos bien alto que de esta saldríamos mejores. Pero, ¿mejores en qué? Resulta complejo controlar todas las aristas de esta situación. Desde el poder se intenta llegar a cada recoveco, y no dejar a nadie por el camino. Pero es tarea ardua y lo sabemos. Y más cuando los de enfrente se jactan de ello.


Hay una teoría de que si todos arrimamos el hombro, se sale antes de lo difícil y más fuertes. El problema es cuando se busca conflicto. Y no señores, no me refiero a la protesta, que yo siempre he sido de levantar mi voz ante lo que me parecía injusto. Hablo del conflicto de la sinrazón, de la falta de empatía.


Encima de la mesa dos situaciones. ¿Seguimos avanzando, cuidando de lo cultivado estos meses, por duro que resulte, porque parece que no lo hemos hecho tan mal?, o quizás, ¿Rompemos todos los retales, los tiramos por la borda, soltamos la pataleta, y aún tenemos la desfachatez  de afirmar que hay que estar enfrente, en la calle, como cuando celebramos la copa del mundo?


A todos nos duelen las incoherencias o los bandazos de volante. Pero desde la barrera y con un enemigo de humo, no sabes por donde va a aparecer, pero sabes que te puede quemar.

Falta altura de miras, y creo que de eso vamos a aprender poco. Y he aquí, la otra parte de una crisis, la de valores.

Sin embargo, me duele más la insolidaridad, la falta de empatía y el atolladero en el que desde la Tribuna, proclaman voceros de la irresponsabilidad, que no ven más allá de sus narices. Basta con ver las noticias para comprender que esto no es nuestro; basta con mirar a nuestro alrededor, para percibir que las calles son de todos, pero no a costa de todo. Falta altura de miras, y creo que de eso vamos a aprender poco. Y he aquí, la otra parte de una crisis, la de valores.


En esta partida todos somos peones, y solo de nosotros dependerá seguir el derrotero correcto, frente a los que no creen ni en sí mismos. Ya lo decía Unamuno: La ciencia nos enseña, en efecto, a someter nuestra razón a la verdad y a conocer y juzgar las cosas tal como son, es decir, como ellas mismas eligen ser y no como quisiéramos que fueran.”

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