Mirar a los orígenes para enderezar rumbo

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Victoriano Castro

Mira por dónde esta crisis sanitaria nos deja algún atisbo de lectura positiva. Incluso los urbanitas se han dado cuenta y protestan por la especulación y me refiero en concreto a las mascarillas que antes tenían un precio de unos cuantos céntimos unidad y ahora se han disparado.


Eso pasaba hace unos cuantos días atrás, y sigue pasando, con el precio, pongamos por caso, de las patatas y otros frutos del campo que al agricultor tenía que vender a unos 15 céntimos el kilo y que llegan al consumidor a euro y pico, cuando no más, luego de pasar por las manos de unos cuantos especuladores, por no llamarles de otra forma más altisonante.

No, no es la ley de la oferta y la demanda, es la mangancia permitida.

Es decir, yo te las compro a 15 céntimos, las cargo en un camión que pasa por las manos de cuatro o cinco asentadores y llegan al mercado y al consumidor fina lo al precio que llegan. Eso se lla-ma aprovecharse del sudor ajeno. 

Ya se que dirán que es la ley de la oferta y demanda, el mercado libre. No, no es la ley de la oferta y la demanda, es la mangancia permitida. O acaso no se podría haber regulado el asunto a golpe de decreto, pregunto.


Señores que nos gobiernan y aspiran a gobernar pónganse las pilas y empiecen a trabajar para crear un sistema productivo primario y transformador potente, que tenemos las herramientas para hacerlo y la sapiencia ancestral para lograrlo.


Miren al rural, que en estos momentos nos está sacando las castañas del fuego. Inviertan y pongan el campo a producir y a transformar esos productos creando pequeñas empresas y pequeñas cooperativas que generen riqueza y valor añadido. Una buena parte del futuro de las nuevas generaciones pasa por volver a llenar el rural que intencionadamente han vaciado. 


La tecnología es precisa y necesaria, se puede importar, pero el saber ancestral de nuestros paisanos del campo no, eso no tiene precio y no hemos sabido aprovecharlo.


Seguramente aún podemos rescatar algo de esa sabiduría empírica que no está en los libros.


Decía un amigo mío que aquel que fuese capaz de ensamblar los tres tipos de conocimiento (empírico, científico y filosófico) sería un genio. Y tenía razón. El científico incardinado con el empírico y el filosófico para ordenar las ideas y entender ambos. Manos a la obra. 


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