Eurociudad de Valença - Tuy

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Fernando Gonzalez

Hastiado de la creciente frivolidad y simplicidad esperpéntica con que se abordan los asuntos políticos, económicos, sociales y morales en nuestra ruidosa España, estaba leyendo con apatía diversas noticias de conflictos y divisiones, cuando de repente mis ojos se detuvieron  en una noticia positiva: la primera celebración histórica en Europa de una sesión plenaria conjunta de dos corporaciones municipales de distintos países.


   En estos ocho años transcurridos desde la creación de la Eurociudad de Valença - Tuy, se han conseguido celebrar conjuntamente: alrededor de 30 eventos deportivos al año en casi 20 modalidades distintas y cabalgatas de reyes. Asimismo, aparte de la mayor coordinación del Camino de Santiago en su vertiente portuguesa, se prosigue con la continuación de servicios compartidos que evitan duplicidades, como es el caso de la piscina climatizada presente en Valença do Minho y el Conservatorio de Música Tudense. Sin olvidarnos de diversos proyectos como la creación de un carnet identificativo de la Eurociudad y de una página web que permitan a sus ciudadanos beneficiarse de diferentes servicios administrativos, educativos y culturales, la agenda estratégica 2019-2021, un estudio del futuro previsto para 2030, y las sendas fluviales o ecopistas.


   Estoy cansado de cordones sanitarios, crispaciones teatreras, y vanas palabrerías que esconden intereses egoístas, intolerancia u ociosidad. Frente a esto, me gusta ver a un Verín, País Vasco y Francia que no se resignan a que le quiten sus derechos y que con su unión y fuerza ciudadana consiguen revertir decisiones. Disfruto viendo a políticos de vocación y con sentido común que facilitan el progreso de sus ciudadanos. Me encantaría volver al espíritu unificador y de progreso de parte de la Europa de los años 50 y 60 que bien conocía el horror de la 2º guerra mundial. En tiempos de Brexit, independentismos, tensiones internacionales e individualismos, el ejemplo de esta eurociudad es un pequeño soplo de aire fresco que nos hace volver a soñar en esa Europa impulsada entre otros, por Adenauer, Monnet, Churchill, Schuman, Gasperi, Spaak, Hallstein y Spinelli.

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