Funchal Capital de Madeira
Madeira, esa pequeña joya del océano Atlántico y vecina de las Islas Canarias, es un verdadero paraíso aún pendiente de descubrir.
Este verano se recomienda una visita para poder escapar de lo habitual.
Algunas de las sugerencias, cinco en este caso, para disfrutar de Madeira, son las siguientes:
1.- Caminar las ‘Levadas’
En la isla de Madeira, el origen de "las levadas" se debió a la necesidad de transportar grandes cantidades de agua de las vertientes orientadas al norte, donde abunda, hasta el lado sur de la isla.
"Las Levadas" son canales de riego, empezaron a construirse en el siglo XVI, y las más recientes datan de la década de los cuarenta, suministrando agua para centrales hidroeléctricas y también para fines de irrigación. Su extensión es de cerca de 3.000 km y se pueden recorrer a pie.
Levada das 25 Fontes, Madeira
Además, permiten acceder al corazón de la isla, donde el visitante encontrará paisajes que cortan la respiración. ¡De los 0 a los 1.862 metros la emoción está garantizada!
Levada das Balçoes
Las levadas de Madeira forman parte de un conjunto de áreas protegidas, de las que destacan el Parque Natural de Madeira y el Parque Ecológico de Funchal.
2.- El Festival del Atlántico
El Festival del Atlántico marca el inicio de la temporada de verano en Madeira con variedad de actividades y celebraciones del 3 al 24 de junio, entre ellas, el Festival Raíces del Atlántico que tiene como escenario principal los jardines de la emblemática Quinta Magnólia. El programa incluye desde música nacional hasta Soul o Funk.
Una de las actividades más destacadas es sin duda el espectáculo de fuegos artificiales de más de veinte minutos que tiene lugar sin falta cada sábado del mes de junio en el muelle exterior de la Pontinha. Todo bien acompañado de música y buena gastronomía que hacen que sea una experiencia única para visitantes y residentes.
Fuegos artificiales que tiene lugar cada sábado del mes de junio en el muelle exterior de la Pontinha
3.- Una Paleta de sabores
La simplicidad gastronómica del Archipiélago de Madeira retrata el alma de un pueblo simple pero generoso. Aún así, existe una amplia selección de productos regionales, de gran calidad, que permiten la elaboración de un variado menú de especialidades gastronómicas que van desde la cocina regional hasta la cocina internacional, pasando además por la cocina gourmet.
Dada la proximidad del mar, la mayoría de los restaurantes pone a disposición excelentes platos de marisco y de pescado fresco. Lapas a la plancha; pulpo y camarón, en sus diversas formas; Filetes de Atún y o el peixe de espada preto, pescado estrella de la cocina madeirense, de carne muy blanca y sin espinas.
Pez espada negr, en el mercado de Lavradores de Funchal
Otro plato irrecusable es la "espetada" de carne de vaca en brocheta de palo de laurel, acompañada por Maíz Frito y del típico pan "Bolo-do-Caco", con mantequilla de ajo.
Espetada
Es también muy solicitado el cuscus de fabricación casera, la sopa de trigo, el pan casero amasado con patata dulce y la carne de vinho y ajos.
La abundancia de los frutos tropicales también presta sus exóticos paladares a la confección de los más diversos postres. Como ejemplos tenemos el mango, el plátano, el aguacate, la anona y el maracuyá, que se pueden consumir en pudines, soufflé, mousses y helados.
Mercado dos Lavradores de Funchal
La isla de Madeira presenta además una rica pastelería; sin embargo, el dulce más típico de esta isla es el tradicional "Bolo-de-Mel", considerado como el verdadero “ex libris” de la pastelería de Navidad, confeccionado con ingredientes ricos, como especies variadas, frutos secos y miel de caña de azúcar.
También es muy famoso el pastel de queso de Madeira, elaborado a partir de requesón fresco.
Relativamente a las bebidas, los zumos de frutas naturales, como el maracuyá, la papaya, la guayaba, el mango, y el célebre "ponche" de Madeira, elaborado con aguardiente de caña, miel de abejas y limón, constituyen buenas opciones.
Las diferentes castas del famoso Vino de Madeira, que se saborea como aperitivo o al final de una comida, se presentan como selecciones históricas.
Deleitarse con los manjares de Madeira que, con seguridad, le ayudarán a hacer que su estadía sea inolvidable.
4.- La Playa de Porto Santo
La playa de 9 kilómetros, con un extenso y continuo arenal de arena fina y dorada que hacen de la popularmente apodada «Isla Dorada» una de las Siete Mejores de Portugal, y deleita hasta a los viajeros más exigentes.
La playa de 9 kilómetros, con un extenso y continuo arenal de arena fina y dorada
Se encuentra en la isla de Porto Santo, y está bañada por agua turquesa y cristalina a lo largo de sus nueve kilómetros, un color de mar muy difícil de encontrar. Es el lugar perfecto para el descanso o para los que buscan bienestar y salud.
Esta playa ha sido elegida la mejor «playa de dunas» en el marco del concurso ‘7 Maravillas - Playas de Portugal’.
5.. Bosque de Laurisilva, patrimonio de la Humanidad
Laurisilva es el nombre que recibe un tipo de bosque húmedo subtropical, compuesto mayoritariamente por árboles de la familia de las lauráceas y endémico de Macaronesia - región formada por los archipiélagos de Madeira, Azores, Canarias y Cabo Verde.
Adquiere mayor expresión en las tierras altas de la isla de Madeira, donde se encuentra la extensión más amplia y mejor conservada. En 1999 fue considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y ocupa un área de unas 15.000 hectáreas y es una de las experiencias más maravillosas para descubrir parajes bien cuidados con naturaleza autóctona virgen.
El bosque Laurisilva, que se remonta al Periodo Terciario de la Tierray a las últimas glaciaciones, ha visto reducida su existencia al área geográfica de la Macaronesia, es decir Madeira, Azores, Canarias y Cabo Verde.
Bosque Laurisilva
Una de las mejores maneras de conocer este fantástico legado medioambiental es caminando por las veredas y «levadas» que cruzan esta mancha verde, además de tener un contacto directo con las especies endémicas de flora y fauna de Madeira.
6. Escenarios fantásticos
El agradable clima de Madeira y Porto Santo permite practicar todo tipo de actividades deportivas y de ocio, al aire libre, en cualquier época del año.
Puesta de sol en Madeira, con la Isla de Porto Santo en el Horizonte
Las opciones son variadas y pasan por las modalidades náuticas, terrestres y aéreas, dentro de un abanico que va desde las actividades más relajantes hasta los deportes tradicionales y otros más radicales.
Aeropuerto de Funchal, en Madeira, sobre pivotes en terreno ganado al mar
Para los amantes del mar, cuya temperatura varía entre los 19º C y los 24º C, durante todo el año se reúnen unas fantásticas condiciones para la práctica de snorkeling, submarinismo, vela, surf, windsurf y pesca deportiva. También podrá coger las mejores olas de Europa en las playas de Jardim do Mar, Fajã da Areia (São Vicente) o de Porto da Cruz.
Tampoco se puede perder un tranquilo paseo en barco, a lo largo de la costa, desde donde podrá observar los delfines, las ballenas y los lobos marinos que cruzan los mares de Madeira.
Aquellos que buscan sensaciones más fuertes, seguramente aquí las encontrarán. Sobrevolar la isla en parapente o en ala delta, descubrir el interior de las montañas a través de la práctica de canyoning, escalar los picos más altos, abrazar una aventura todoterreno, sacar partido de la adrenalina de un jet-ski o, simplemente, disfrutar de la sensación de libertad que ofrece el kitesurfing o vivir la experiencia de descender en los Carros de Cesto en Monte.
El “descenso en carro de cesto” es sin duda una de ellas. En su origen era un veloz medio de transporte con el que los habitantes de Monte bajaban a Funchal y se piensa que comenzaron a usarse alrededor de 1850.
Aún se usan hoy en día y atraen a miles de turistas cada año que quieren vivir la emocionante experiencia de descender a toda velocidad por sus estrechas y serpenteantes callejuelas hasta Funchal. Estos carros de dos asientos están hechos de mimbre y van sobre dos planchas a modo de trineo, empujados y maniobrados por dos isleños ataviados con ropas blancas de algodón y sombrero de paja, que usan sus botas de suela de goma como frenos.
Los carros de Monte
Si la subida en teleférico fue cómoda y rápida, la bajada con los Carreiros do Monte es la experiencia más original: son unos mozos con sombrero de paja, vestidos de blanco y sobre-camisa oscura que, aprovechando las cuestas, conducen a los viajeros calle abajo sentados en unos cestos de mimbre, al
modo de trineo, que dirigen con unas cuerdas y frenan con las abultadas suelas de goma de sus botas.
El trayecto colina abajo hasta Funchal se realiza en unos 10 minutos, en el que se recorre un total de 2 km y se alcanza una velocidad de 48 km/h. Toda una aventura, pero muy segura, este descenso en carro “a la vieja usanza”. Es el contraste más visible con la tecnología del teleférico que sube a Monte.
¡No se lo pierda! ¡Diversión asegurada!
Para los adeptos de actividades más tranquilas, el golf, el trekking y los paseos a pie constituyen excelentes alternativas para conocer, de cerca, las características naturales de este verde archipiélago.
El Jardin Botánico de Madeira, alberga multitud de plantas importadas y autóctonas, en coloridos y cuidados parterres florales, forma un marco único con el Jardim Tropical Monte Palacio y su completo museo, que con sua 70.000 metros cuadrados de especies vegetales de todos los continentes, conforman un lugar único
No dejar de visitar los colmos o palheiros de Santana, casitas triangulares con interior de madera y tejados de paja muy verticales, para favorecer el vertido del agua de las frecuentes lluvias de esta zona y, ¿Por qué no?, adquirir como recuerdo artículos de cestería o paños de lino con ricos bordados, sabiendo que la calidad de los mismos depende del número de vueltas de hilo que tenga el bordado.
Casas típicas de Madeira, los llamados "palheiros", por su tejado de paja
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