Leyenda entre los médanos de un río ancho como mar, en Uruguay

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Hay, en algunos rincones de este pequeño país, construcciones sorprendentes, obras que dejan enigmas, parecen plasmar el pensamiento de algunos migrantes que fueron construyendo la identidad que nos distingue.


Uruguay el Aguila letreiro

  • El Aguila de Atlántida



Esta es una de esas manifestaciones enigmáticas. El Águila, cuyos vestigios se ven aún hoy en el balneario Atlántida, nace en ese tiempo bisagra entre las dos guerras mundiales, con todo lo que ello implicó y sigue significando en los imaginarios de los protagonistas y sus herederos. Emergía entre los tupidos montes de pinos y eucaliptus, entre la casa de descanso y la playa, nacida del talento y el empuje de un emprendedor llamado Natalio Michelizzi


Este calabrés, un día de 1936, llegó desde Buenos Aires, a conocer la Estación de Baños, una incipiente planificación balnearia gestada y planificada por el Ingeniero Juan Pedro Fabini. Una gran extensión despoblada, forestada por la “Arborícora Uruguaya” y la “Territorial” entre barrancos y arenas finas, en la Ensenada de Santa Rosa, que llegaba hasta la estación de ferrocarril “Las Toscas”, en los amaneceres del 1900.


En 1912 se habían vendido ya las primeras parcelas y se comenzó a poblar, pero será a partir de 1936 que la que había tornado su nombre a “Playa de los Médicos”, porque renombrados galenos hicieron sus casas de descanso, cambia, con varios osados emprendimientos del ítalo-argentino.


  • Pero vayamos a lo nuestro
El Águila es una Obra que une el cénit y el ocaso de su creador.


"El Águila", es una construcción en piedra, que tiene la forma de la cabeza de dicha ave. Se encuentra sobre los acantilados de Villa Argentina, al lado del balneario de Atlántida, en Canelones, República Oriental del Uruguay. Su original estilo de construcción dió motivo a varias leyendas populares. Fue construída por Natalio Michellizzi, quien la llamó originalmente "La Quimera"


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En principio Michellizzi pensaba construir una capilla al borde mismo del acantilado, sin embargo esto nunca se concretó, aunque sí realizó La Quimera, con materiales de la zona y en forma totalmente artesanal, sin planos, ingenieros ni arquitectos. La Quimera sirvió durante un tiempo como lugar de reunión de Michellizzi con sus amigos, o refugio para largas horas de lectura en solitario. Lo cierto fue que el lugar lo utilizó para vivir su historia de amor con Marcela Benincampi de Lastreto. Como ambos estaban casados, era necesario contar con un refugio.


La pronta muerte de Michellizzi hace que el edificio y sus jardines entren en un etapa de rápido deterioro. Desde este punto, se confunden realidad y leyenda. Se dice que El Aguila fue refugio de contrabandistas, observatorio de espías nazis o centro de energía cósmica, entre otros dichos populares comentados por la gente de la zona. 


Oculta en principio de la mirada de los vecinos en el jardín arbolado de “El Barranco”, nombre de la casa de descanso de Michelizzi, alejada del centro del balneario, se visibiliza y desde entonces, se cuenta que comienza el declive social de su propietario.


Con paso cierto comienza a circular la desconfianza, el silencio con que lo van aislando y los rumores que tejen una leyenda de contrabando, rituales mágicos, conspiraciones, espionaje en tiempo bélicos. Naciones enfrentadas, nacionales y simpatizantes de uno y otro lado recelosos van tomando partido.


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La Quimera, semeja una cabeza de Aguila y cuerpo de delfín, Villa Argentina, Canelones - Uruguay


Enigmas y estigmas alrededor de esta construcción que el paso del tiempo y una erosión imparable van deteriorando mientras muchos la siguen visitando con curiosidad y otros con la complicidad de las propias travesuras juveniles que su interior protege, y que a veces se desvelan a los sorprendidos hijos y nietos, que a su vez algún día contarán las que ellos mismos vivieron “cuando todavía no se había caído la punta” o “cuando detrás estaba el camino de hortensias”…


  • Juan Torres es quien hizo realidad el sueño de Natalio Michelizzi.


Lo que había iniciado este constructor, como una habitación con baño y cocina quizá para recibir huéspedes, se fue recubriendo de piedras y se le fue dando esa forma que simula la regia y emblemática ave Debajo de ella se veía en una extraña composición, una especie de nave cuya “cubierta” se abría a través de una puerta entre el plumaje del cuello del animal. El piso de la nave se transformó en terraza y su proa terminaba en dos agujas de hormigón, que simulaban la boca abierta de un delfín.


La mano de Juan Torres dirigió las obras, se usaron materiales de la zona y se hizo sin planos. El millonario había pedido que se le edificara una pieza frente al estuario del Río de la Plata. Luego se agregó la cabeza del águila y en un segundo piso una construcción similar a la proa de un barco que finalizaba en la cabeza de un delfín. El nombre original del edificio es La Quimera, esto se debe a que en un principio fue concebida como una criatura mitológica producto de la combianación entre un águila y un delfín.


En el proceso de construcción no hubo arquitecto, todo fue hecho de forma artesanal. Michelizzi lo usó como refugio personal y para juntarse con sus amigos, reuniones que con el paso del tiempo y debido a la excentricidad del italiano dieron lugar a numerosas especulaciones sobre la finalidad de tan curiosa construcción.


Rudi Wolmut, un pintor polaco leíamos, decoró las paredes y pintó las piedras que parecen simular plumas…




  • Referencias que compartimos



Wilson Mesa: “La Quimera” -de la cual El Águila es una parte- se empezó a construir en 1945 y se terminó en 1948. En la entrevista de Infantozzi se deslizan dos errores de “nacionalidad”: 1- Natalio Michelizzi era nacido en Calabria, no en Nápoles. 2 - Rudy Wolmut, el pintor que decoró el interior del barco, era austríaco, según lo afirma Juan Manuel Gutiérrez Laplace, en su libro sobre Atlántida. 

Otra precisión necesaria, es que, en entrevista que le realizáramos a dos nietos de Marcela Benincampi, Alberto y Susana Lastreto, ellos sostuvieron la idea de que en realidad la punta de La Quimera, representaba un mascarón de proa de barco vikingo con dos espolones. Esto dejaría de lado la teoría de la cabeza de delfín


Fuentes de Información:

Libro “Cuentos de viento y de mar - Historias de Atlántida”, de Rosario Infantozzi.

Libro “Atlántida, Historia, Imágenes y Personalidades, a cien años de su creación”, de Federico Bonsignore.

Libro “Atlántida Centenaria - Guía Turística, Histórica y Cultural”, de Arinda González Bo.

Noticias- Juan Torres: La Leyenda de un Constructor Crónicas de Atlántida 2018


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